La Palabra

Si buscas hosting web, dominios web, correos empresariales o crear páginas web gratis, ingresa a PaginaMX
Por otro lado, si buscas crear códigos qr online ingresa al Creador de Códigos QR más potente que existe


LA PALABRA
No.53, marzo de 2014
 
Publicación periódica  de opinión. Responsables: Prof. Jesús Pacheco Martínez y Profra. Irma Clemencia Lara Martínez.

www.lapalabrareflexion.mex.tl

http://www.youtube.com/user/Lapalabrareflexion?feature=watch

 
Luis Villoro, Filósofo Ausente – Presente

 
Luis Villoro y la afirmación del no
 
Luis Hernández Navarro
 
Luis Villoro fue, a lo largo de su vida, un consecuente intelectual de izquierda. Figura relevante y reconocida en el mundo académico en general, y en la filosofía en particular, se opuso a toda forma de opresión y defendió valores como la autenticidad, la justicia, la solidaridad y la soberanía nacional. Lo hizo con lucidez, honestidad, rigor y compromiso.
 
Su producción teórica es vasta y deslumbrante. Cuando la UAM le otorgó en 2004 el doctorado honoris causa, su colega Gabriel Vargas Lozano lo definió como uno de los intelectuales más lúcidos. Su obra filosófica fue motivo de reconocimiento, reflexión, estudio y discusión en su comunidad.
 
Simultáneamente a su trayectoria académica, su labor diplomática en la Unesco y su desempeño como funcionario universitario, Villoro se involucró en la política nacional. Lo hizo, siempre, como le respondió al subcomandante Marcos en la primera carta de su intercambio epistolar sobre ética y política, bajo el supuesto de que la ética y la justicia han de estar en el centro de la vida social, y no se debe permitir que políticos de todo el espectro ideológico las expulsen de ahí y las conviertan en meras frases de discurso.
 
Villoro participó en el movimiento estudiantil-popular de 1968. Fue elegido por los profesores de su facultad como su representante ante la Coalición de Maestros. Asistió a asambleas, mítines y marchas. Según cuenta su hijo Juan, lamentó no haber sido encarcelado como otros de sus compañeros. En su balance de este episodio –presente en la entrevista Signo de revolución, señal de lo que viviremos– se encuentran muchas de las claves que guiaron su intervención en la política.
 
El filósofo descubrió en el movimiento una eclosión de valor cívico, generosidad e inteligencia que se extendió como viento fresco sobre la universidad y sobre el país entero. Durante esos días –narró– parecieron desaparecer el conformismo, la cobardía y el egoísmo que padecieron generaciones anteriores. Los jóvenes fueron dueños de sí mismos, y lo sabían. Sin embargo, la euforia del momento les impidió ver su propia debilidad. No pudieron fundir el entusiasmo libertario y el realismo político.
 
Luis Villoro reivindicó en múltiples ocasiones la democracia directa, a la que también llamó participativa, comunitaria o radical. En ella vislumbró un camino hacia un nuevo orden más justo. Desde su perspectiva, el Consejo Nacional de Huelga fue un osado experimento de esta forma de democracia.

Los estudiantes –explicó– supieron expresar frustraciones y anhelos reprimidos de una amplia clase media urbana. Los puntos de su pliego petitorio fueron apenas un símbolo de algo más, ya que no era posible, en el vértigo de la acción, expresar en un programa razonado la indignación que les invadía ante la corrupción, la mentira, la palabra hueca, el anhelo confuso de encontrarse con el pueblo.
 
Según él, sus demandas estaban en el campo de la moral social (contra la corrupción y las mentiras del gobierno) y de una reforma política (contra la represión y por la democracia). Pero su lucha fue más que eso. Consistió, también, en una verdadera (aunque efímera) irrupción de las masas en el gobierno de su propio destino. Durante esos días, los habitantes de la ciudad de México vivieron un instante de liberación en el que se adueñaron de su ciudad. Experimentaron una anticipación de lo que luego se vivirá.
 
Luis Villoro acompañó durante los últimos veinte años de su vida a los zapatistas, en los que vio la simiente de la genuina transformación radical del país. No había ingenuidad en su compromiso. Tenía tras de sí una profunda reflexión sobre la realidad nacional y una larga experiencia de participación en la esfera pública. Dos décadas antes había promovido, junto a Heberto Castillo y Demetrio Vallejo, la formación de un nuevo partido, el Mexicano de los Trabajadores, rechazando lo que consideraba dos ilusiones de la izquierda mexicana: el compromiso de unos con un sistema corrupto, y el dogmatismo y autosuficiencia de otros.
 
En los comicios de 1994, llamó públicamente a votar por Cuauhtémoc Cárdenas a pesar de que con su gobierno no se terminaría con la política económica neoliberal. Lo hizo por los valores sociales que el michoacano encarnaba y porque entrevió en su triunfo la única garantía de transición a la democracia.
 
Once años después se indignó con el intento de desafuero contra Andrés Manuel López Obrador y lo calificó como una segunda corrupción de la democracia por parte del Congreso (la primera fue la negativa en 2001 a reconocer en la Constitución los derechos de los pueblos indígenas). Para enfrentarlo llamó a la resistencia civil.
 
En las elecciones de 2006, atisbó en AMLO un camino para la transformación del país y votó por él. Lo hizo por considerar que para llegar a la democracia comunitaria que promulga el zapatismo hay que pasar por la democracia representativa como un medio para ese fin. Ante el fraude electoral propuso formar un movimiento nacional de ciudadanos más allá de los partidos. Juzgó inadecuado el nombramiento de un presidente en rebeldía. Simultáneamente mantuvo su apoyo e interlocución con el EZLN.
 
En 2012 concluyó que nada se podía esperar de la partidocracia, pues la izquierda institucional dejó de ser izquierda. Junto a Pablo González Casanova y Víctor Flores Olea propuso formar un movimiento de movimientos que permita hacer realidad la democracia directa.

Al referirse a Heberto Castillo, don Luis explicaba que una sociedad puede distinguir entre los hombres que buscan su beneficio y el ciudadano que guía su vida por el bien común, por un signo inconfundible: la capacidad de decir no. No a toda forma de dominio basada en el poder; no a la falsedad que rige en la sociedad; no a la corrupción y a la injusticia que la corroe.
 
Él fue uno de esos hombres que guiaron su vida por el bien común. Rehusó entablar compromiso alguno con la mentira y con la hipocresía del poder. Luchó por la acción de todos los que se niegan a la falsedad y la injusticia. Buscó rescatar un México que iguale con su vida el pensamiento. Dijo no a riesgo de equivocarse. Al hacerlo, convirtió su vida en testimonio de su verdad.

 
La Jornada, martes 11 de marzo de 2013
 

Luis Villoro Toranzo recibió el 4 de enero de 2009 un reconocimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que le entregaron las niñas Lupita y Toñita durante el primer Festival Mundial de la Digna Rabia, celebrado en San Cristóbal de Las Casas, ChiapasFoto Moysés Zúñiga Santiago.


 
Luis Villoro, pensador fundamental de nuestro país
 
El Correo Ilustrado, La Jornada, 6 de marzo  de 2014

El Observatorio Filosófico de México lamenta profundamente el fallecimiento del doctor Luis Villoro, uno de los pensadores fundamentales de nuestro país.

Fue autor de obras clásicas como Los grandes momentos del indigenismo en México; Creer, saber, conocer; El poder y el valor y Los retos de la sociedad por venir, entre otras. En un reciente homenaje organizado por el Instituto de Filosofía que lleva su nombre de la UMSNH (Morelia, Michoacán) afirmó que dedicaba toda su obra a la reivindicación de los pueblos indígenas de México. Enviamos nuestras más sentidas condolencias a sus familiares, amigos y a la comunidad filosófica de nuestro país.

Gabriel Vargas Lozano (UAM-I), Alfredo Torres (FFL-UNAM), Guillermo Hurtado (IIF-UNAM), Mario Teodoro Ramírez (AFM), Ausencio Pérez (AMPFEMS-Ixti), Eduardo Sarmiento (CEFILIBE), Virginia Sánchez (CCH-UNAM), Cuauhtémoc Mayorga (UdeG), Alberto Saladino (UAEM), Roberto Hernández Oramas (BUAP- COAPEHUM), María del Carmen García (BUAP), Raúl Berdejo, Raúl Trejo (UACH), Lucía Agraz Rubín y Estefanía Agraz Rubín (Observatorio Filosófico de Morelos), Sylvia Jaime (UANL), Francisco Concha (AMPFEMS-Ixtli), Carmen Trueba (UAM-I), Ángel Alonso (CCH-UNAM), Dante Martínez (CCH-UNAM), Juan Carlos Ayala (UAS), Juan Monroy (UAEM), Clemente Castañeda (UdeG), Guillermo Silva Martínez (CMPF), Ramón Espinosa (UAG); Célida Godina (BUAP)


Luis Villoro, Federico Álvarez y Adolfo Sánchez Vázquez durante un coloquio realizado en la UAM en octubre de 2002 Foto La Jornada


 
El Correo Ilustrado

Piden que en la UNAM no se discrimine a académicas

En el Día Internacional de la Mujer el doctor José Narro Robles, rector de la UNAM, distingue a profesoras e investigadoras con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, pero mantiene un programa de renovación de la planta académica que discrimina a todas las profesoras e investigadoras de la UNAM de más de 39 años por el simple hecho de contar con esa edad, al excluirlas de la posibilidad de ocupar una de las 225 plazas de carrera que asignarán las autoridades, por haber establecido como criterio básico la edad.
 
Con esto las autoridades universitarias violan el artículo primero de nuestra Constitución y la legislación laboral y universitaria vigente.

Le solicitamos al rector congruencia. No merecemos este trato. Exigimos la regularización y profesionalización de la planta académica de la UNAM con un programa sin exclusión.
 
Profesoras de la Asamblea de Personal Académico de la UNAM. Sara Unda, Adriana López, María de la Luz Arriaga y Leda Rendón
 
La Jornada, domingo 9 de febrero de 2014.
 
 
 
¿El Dr. Narro es homeópata?
Joel Ortega Juárez

Milenio, sábado 8 de marzo de 2014.
Los enfrentamientos en el auditorio Justo Sierra-Che Guevara perjudican al movimiento estudiantil. Resulta muy difícil entender cuáles son las “razones” de los rectores De la Fuente y Narro para tolerar esa “toma” que tiene ya poco más de 14 años.
 
El autoritarismo en la UNAM ha optado por desalojos violentos para poner fin a movimientos universitarios. Tal fue el caso en 1977 cuando el rector Soberón acusó a los trabajadores en huelga del naciente STUNAM de cometer el delito de despojo. Entonces fuimos acusados de despojo ante la PGR todos los integrantes del Comité Ejecutivo del Sindicato, que intentó agrupar en una sola organización a los trabajadores administrativos (STEUNAM) con los académicos (SPAUNAM).
 
Según las autoridades encabezadas por Guillermo Soberón y su abogado general Diego Valadés, nuestra huelga despojó a la UNAM. Para poner fin a ese despojo la policía invadió los campus universitarios el 7 de julio de 1977. En el operativo detuvo a cientos de trabajadores, los remitió a diversas cárceles. La presión del movimiento obligó a las autoridades universitarias y al gobierno a liberarlos paulatinamente, quedando hasta el final los integrantes del Comité Ejecutivo, quienes eran reos del delito de despojo. Sin juicio alguno los presos fueron excarcelados y los que no fuimos detenidos, pero estábamos también acusados de despojo, de la misma manera arbitraria como se nos acusó quedamos liberados de la acusación.

En la huelga estudiantil de 1999-2000 también se acusó a los huelguistas de cometer el delito de despojo. Otra vez los campus universitarios fueron tomados por la policía, en este caso la recién creada PFP y también fueron detenidos cientos de estudiantes. Muchos permanecieron varias semanas y meses en los reclusorios. De un momento a otro quedaron libres. Otra vez se procedió con absoluta arbitrariedad.
 
Al salir la PFP de los terrenos universitarios, un pequeño grupo de supuestos activistas estudiantiles se adueñaron del auditorio Justo Sierra-Che Guevara. En estos 14 años se han rotado varios grupos en esa toma. Se autonombran de diversas maneras y a su vez son acusados por otros grupos de ser porros, policías, provocadores y otros adjetivos  semejantes o peores. Han ocurrido diversas escaramuzas para desalojar a unos y adueñarse otros del Che. Cíclicamente se hacen campañas mediáticas donde se muestran imágenes que desprestigian a sus ocupantes y que se tratan de presentar como pruebas del vandalismo estudiantil.
 
La toma del Che ha sido usada como vacuna contra cualquier movimiento disidente en la UNAM. Salvo el extraordinario movimiento #YoSoy132, que rebasó los límites de la UNAM y algunos pequeños movimientos, no existe ninguna lucha estudiantil desde hace 14 años en la UNAM, a pesar de que sobran los motivos internos y de tipo nacional para que surgiera un gran movimiento estudiantil, como en otras partes del mundo, como Chile, Francia e incluso Inglaterra.
 
El desprestigio de los movimientos estudiantiles a los que se asocia con vandalismo, narcomenudeo, provocación se ha conseguido, en buena parte, por la ocupación del Che.
 
¿Es una receta homeopática del Dr. Narro?
 

joeloj7168@yahoo.com.mx 





 
La educación y la palabra
Manuel Pérez Rocha
 
Airado, un lector me reconviene pues, según su criterio, en mi artículo anterior sin justificación incluí a la filología como una de las disciplinas valiosas para reformar la educación. Pregunta: ¿Qué tiene que ver la filología con la educación? La respuesta es muy sencilla: lea, por ejemplo, una cualquiera de las mil cien páginas de la Paideia, tratado del filólogo Werner Jaeguer, invaluable para la urgente humanización de la educación contemporánea.
 
Humanización que no consiste en incorporar sentimentalismos vacíos a la educación, sino en tratar a los seres humanos (a los niños, a los jóvenes y a los maestros) como humanos, sin reducirlos a la categoría de número, empleados o futuros empleados, o futuros ciudadanos bien portados. Y, como es reconocido desde hace milenios, lo que nos hace humanos es la palabra. Octavio Paz lo ha dicho espléndidamente: Los hombres somos hijos de la palabra, ella es nuestra creación; también es nuestra creadora, sin ella no seríamos hombres.

Filología significa amor por las palabras y por el pensamiento. Inculcar este amor debería ser uno de los objetivos de una buena educación, de una educación de calidad, como dicen quienes carecen de la debida estima por su propio lenguaje, amor que tiene sin cuidado a buena parte de los funcionarios de la SEP y a sus asesores predilectos: la OCDE y Televisa/Mexicanos Primero. Estos últimos fracasaron en su campaña (impulsada con la escandalosa e infundada recriminación ¡Qué vergüenza!) para que permaneciera la prueba Enlace (de la cual fueron promotores durante varios años). Ahora, con disimulo, hacen a un lado ese tema y han iniciado una nueva campaña con el grito de guerra ¡Implementación! Con ello manifiestan su exigencia de que se aplique la reforma educativa.

No obstante la obstinación que caracteriza sus planteamientos y los costosísimos errores que han promovido, Televisa/Mexicanos Primero asume ahora la función de autoridad capaz de vigilar al gobierno, y han creado un nuevo membrete, llamado El Ojo Ciudadano, que mantendrá bajo estrecha y amenazante vigilancia el cumplimiento de las obligaciones de los gobernantes. Pretenden seguir paso a paso las actividades de la SEP, del INEE, de los gobiernos estatales, los organismos descentralizados que imparten educación media superior, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Salud, del Inegi, y los congresos locales. Insatisfechos con la dimensión de las turbulencias que han logrado generar –tal como era su propósito, hecho público por el señor Claudio X. González–, van por más: la implementación. Implementación es un anglicismo inservible para nuestra lengua. Por supuesto hay anglicismos que la enriquecen, pero éste lejos de arrojar luz genera oscuridad. Implementar es una palabra manoseada en los medios empresariales, en la televisión, en la publicidad, en la administración. Pero el término implementar es no sólo innecesario, su empleo genera confusión. Quienes lo usan, olvidan que un implemento es una herramienta, un utensilio, de modo que, en todo caso, implementar debería usarse para indicar la acción de proporcionar herramientas, dotar de equipos (por ejemplo microscopios y matraces a un laboratorio), no como sinónimo de aplicar o poner en práctica un proyecto o una norma.

Si por analogía lleváramos lejos el significado literal de la palabra implementar podría decirse que la mal llamada reforma educativa ya está implementada, pues ya fue dotada de los implementos necesarios para ejecutarse: las llamadas leyes secundarias (las reformas a la Ley General de Educación, la Ley del Servicio Profesional Docente y la Ley del Instituto Nacional de Evaluación Educativa).

 Si la mal llamada reforma educativa ha sido una reforma legal, ésta debería ser aplicada, cumplida, puesta en práctica. Eso es lo que Televisa/Mexicanos Primero dice que quiere, pero no sabe decirlo. Cualquiera de esas expresiones tiene, en nuestra lengua, significados claros; implementar no significa lo que quieren que signifique.

Por supuesto este argumento no pierde valor por el hecho de que la Real Academia Española haya incluido la palabra implementar en su diccionario, no es este el primer traspié de esos señores, pero este es mayúsculo. Véase lo que del verbo implementar dice ese diccionario: Poner en funcionamiento, aplicar métodos, medidas, etcétera, para llevar algo a cabo.

La inanidad de esta definición es patente. Para los académicos implementar es cualquier acción (¡incluyen un etcétera!) para llevar a cabo algo. De modo que, por ejemplo, al poner en funcionamiento mi auto, lo implementé y cuando el médico aplica una inyección, la implementó.

Las confusiones de Televisa/Mexicanos Primero, que ahora con vocación de celosos policías serán El Ojo Ciudadano, se exhiben nítidas en el siguiente párrafo de su proclama: Las recientes reformas al artículo tercero constitucional y su legislación secundaria tienen el potencial de iniciar la transformación del sistema educativo nacional.

 Sin embargo, esa oportunidad histórica sólo se actualizará (sic) si hay una implementación cabal de los cambios normativos. Usan aquí una acepción del verbo actualizar (también adoptada con desatino por la Real Academia) que es fuente de confusión: actualizar igual a poner en acto. Pues resulta entonces que para El Ojo Ciudadano la reforma se pondrá en acto ¡solamente si se pone en funcionamiento! Esto sí que es educación de calidad.

La reforma educativa tiene que poner en un lugar principal el lenguaje, el amor por el lenguaje. Los innumerables discursos y documentos generados por la SEP y sus asesores con motivo de las reformas legales recientes muestran poca atención a esta trascendental materia, tanto en su forma como en su contenido. Tan grave ha sido el descuido que, como se ha hecho público, incluso los libros de texto están plagados de errores de todo tipo. No es inoportuno, pues, el llamado a que se incorporen en los trabajos de la reforma educativa las diversas disciplinas que se ocupan del lenguaje.




 
¿Quién será el nuevo director del CCH Sur?
 
Jesús Pacheco Martínez
 
Está por concluir el segundo período como director del CCH Sur, del Maestro Jaime Flores Suaste. El plantel se encuentra en plena efervescencia, ante dos situaciones que le son simultáneas: acaba de pasar la designación del director general del Colegio, y en proceso, la renovación de la dirección en el Sur.

 La historia es por demás repetitiva y sabida por todo mundo, pero que al mismo tiempo, no genera mayor conciencia ni reflexión y se acepta el proceso, como se dice vulgarmente en automático, pues tampoco es novedoso que surjan seis o más propuestas y autopropuestas de candidatos: unos y otros esperanzados a que se les tome en cuenta para llegar cuando menos a integrar la terna  o a ser el elegido por el rector, como director por cuatro u ocho años, conforme al perfil de funcionario que la burocracia universitaria establece y determina.

El hecho es que los años pasan y las condiciones laborales y académicas de la inmensa mayoría continúan igual, con uno que otro matiz, con uno que otro cambio. Las cargas de trabajo, la saturación de grupos, la atención de 28 o 30 horas a la semana, de parte de profesores de asignatura, definitivos unos e interinos otros, y ahora con la medida administrativa, -que no académica- de imponer límites de edad y de género, para concursar en plazas de carrera, configuran el trajín cotidiano y el pan de cada día, del 74 % de académicos, no tan sólo del CCH, sino también de la ENP.

Sería fantástico que el próximo director del CCH Sur reelaborara su propio perfil, aunque sólo durase cuatro años en el puesto: saber escuchar o aprender a escuchar a los integrantes de la comunidad, alumnos, trabajadores administrativos y académicos. Hacer una evaluación constructiva de las funciones administrativas y ubicar dónde están las fallas para enmendarlas y dónde los aciertos para extenderlos. Generar mecanismos para ir logrando una comunidad más participativa, con procesos democráticos, dónde los órganos de representación libremente se elijan, y se ejerza la reflexión, la crítica, la búsqueda de alternativas viables para los problemas que existan o surjan en el curso de la administración.

Nada costaría que el próximo director del Plantel Sur, dispusiese de las virtudes de servir, que sitúe los intereses del Colegio y del Plantel, por encima de cualquier interés personal o de grupo. Para ello se hace necesario integrar un cuerpo directivo plural, incluyente y representativo de las áreas y departamentos.

Sería algo excepcional que el próximo director del Plantel Sur, desarrollara una cultura dialógica, dónde la consulta a la comunidad, fuese la plataforma del diálogo permanente, para hacer de la comunidad, una comunidad participativa, pero ello implica, ser el portavoz de las necesidades académicas y administrativas del Plantel, ante las instancias de dirección del CCH y de rectoría.

Será significativo, que el próximo director del Plantel Sur fuese una persona crítica y autocrítica. Que utilice la persuasión como recurso dialógico para convencer a núcleos de la comunidad de una medida, de una norma que considere necesaria, pero también aceptar alguna alternativa que surja en la búsqueda de consensos, sin excluir los disensos.  

     

Menú

Text
© 2024 La Palabra