La Palabra

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LA PALABRA
No.55, marzo de 2014
Publicación periódica  de opinión. Responsables: Prof. Jesús Pacheco Martínez y Profra. Irma Clemencia Lara Martínez.
 
 


Candidatos para director del CCH Sur:

Aguilar Almazán Rosalío Luis, Chacón Castro José, Domínguez Rivas Jaime, Fernández Martínez Araceli, Fuentes Maya Javier, Gámez Díaz Rosalía, Gómez García Antonino Jacobo, Maruri Martínez Rubén, Mendoza Ibáñez Víctor Antonio, Valencia Castrejón Sergio

 

¿Quién será el designado o designada?

 
Prof. Jesús Pacheco Martínez
 
Está por definirse quienes serán los directores de los planteles Sur y Vallejo del CCH en la UNAM. Aspirar a ser director de un plantel, es un derecho legítimo de cualquier profesor o profesora que reúna los requisitos para ello. Al menos a la burocracia universitaria, no se le ha ocurrido que para serlo, se requiera tener 37 años de edad si es hombre y 39 años si es mujer. ¿Qué es lo que anima a algunos académicos a ser director? ¿En verdad se presentan con un proyecto crítico de la realidad concreta que vive el plantel, el Colegio y la Universidad en general? Porque lo que hemos visto y vivido –salvo excepciones- son directores (ahora exdirectores) con poca o nula vocación de servicio, más preocupados por impulsar su imagen, rodeándose de un séquito de funcionarios, de asesores, de consejeros, que de inmediato y sin chistar avalaban y lo siguen haciendo a pies juntillas (sin asomo de duda, de crítica o reflexión), lo que se les planteara en los consejos internos o el consejo técnico, según fuese el caso.

Quién accede a un puesto de la burocracia universitaria, se acostumbra a un nuevo estatus, un ingreso suntuoso y hay algunos que desde sus primeros días, no están pensando en cómo realizar lo mejor posible sus cuatro años de gestión, sino que ya están pensando en que pueden durar hasta ocho años en el puesto y luego aspirar a ser director general, no por cuatro, sino por ocho años o ascender en la escalera de otros puestos, dónde es más difícil oscilar de un puesto a otro. Hay cotos de poder en la UNAM, los grupos son cerrados y la política se encuentra anquilosada, por ello es más fácil para el rector en turno, hablar de democracia, de educación y de derechos humanos, fuera de la institución, en foros nacionales y extranjeros, que hacer modificaciones progresivas en la universidad. Como dice el refrán popular, ser candil de la calle y obscuridad en su casa.
   

Es lógico pensar, que la ausencia de crítica y de reflexión de parte de una comunidad callada y sumisa (claro que en los pasillos se cuestiona todo), genera y contribuye a una política vertical, autoritaria y conservadora, que refleja en gran medida lo que acontece a nivel nacional, pero nuestra universidad vive un retraso ambiental de décadas. Por ello lo que dice Dante Morán Centeno, titular de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (Dgapa) de la UNAM, en la entrevista que reproducimos aquí, de que a la casa de estudios no le conviene derogar el Prorepa, pues sería rendirnos a las tendencias de envejecimiento que estamos observando, habría que aplicarla a esa burocracia universitaria, donde efectivamente hay una tendencia de envejecimiento, al no renovarse, al no democratizar las estructuras de la institución, al no actualizar en lo más mínimo, ni las formas y mecanismos de elección de directores y altos funcionarios de la Universidad. ¿Se ha modificado la Ley Orgánica de la UNAM, que data de 1945? ¿Se han aprobado las reformas al Estatuto del Personal Académico, que se mandató hacerlo en el Congreso General Universitario de 1990?

De cualquier forma, quién llegue a ser director del Sur o de Vallejo, convendría que estableciera una política vinculada a la academia, con menos administración y más academia. Una política de diálogo abierto y permanente con estudiantes, trabajadores administrativos y académicos, con las academias y departamentos. Integrar una dirección plural y representativa, donde no sea un sólo grupo quien se apropie de los puestos de dirección, que se consulte a las academias y al mismo consejo interno, los posibles candidatos a las secretarías y departamentos, flexibilizar las listas de asistencia, abiertas para que se firme durante la jornada de trabajo, una dirección así, ganará el respeto y el afecto de la comunidad.


 
Proponen al Profesor David Silva Tonche,
 para director del CCH Vallejo

 
Compañeros profesores:

Después de nuestra contribución al logro de un cambio para el CCH, un grupo de docentes de las diversas áreas del plantel Vallejo nos hemos reunido para proponer al maestro David Silva Tonche para encabezar el cambio que merece nuestro plantel, luego de largos años de deterioro académico, moral y de su normatividad.

El profesor David Silva ha condenado y denunciado en múltiples ocasiones  el procedimiento de juntar firmas −por medios intimidatorios, denigrantes y grotescos− para apoyar una propuesta. Por tanto, en lugar de pedir firmas les solicita que conozcan su proyecto, el cual presentará públicamente en cuanto aparezca la convocatoria correspondiente.

El profesor Silva es licenciado en Derecho y licenciado en Ciencias Políticas por la UNAM; tiene la maestría en Derecho por la Universidad Iberoamericana, y estudios de licenciatura, maestría y doctorado en Relaciones Internacionales por la UNAM.

Ha sido coordinador del Área de Historia y Secretario General del plantel Vallejo, Secretario Académico de la ENAP y en dos ocasiones miembro de la Comisión Dictaminadora de Historia del plantel.

Es profesor fundador del CCH y ha impartido clases de licenciatura y de posgrado en la Escuela Nacional de  Artes Plásticas, en la Universidad Iberoamericana, en el Colegio Superior de Ciencias Jurídicas y en la Universidad Autónoma de Guerrero.

Además de su impecable trayectoria profesional y académica, lo que lo distingue principalmente ha sido su incansable labor por señalar los actos de corrupción, nepotismo, degradación de la enseñanza y pérdida de los principios y filosofía originales del Colegio, y su lucha incansable por restablecer la calidad de la enseñanza, el respeto y reconocimiento del trabajo docente, y sobre todo el cumplimiento de la legislación universitaria en todos los aspectos. Estas son las razones por las cuales hoy lo proponemos para director del plantel Vallejo.

 
 
El Programa de Renovación de la Planta Académica (Prorepa)  genera descontento en la UNAM
 
Por considerarlo de interés, reproducimos este reportaje de Emir Olivares Alonso, publicado en el periódico La Jornada, el lunes 17 de marzo de 2014.

Uno de los principales problemas en las instituciones nacionales de educación superior es la falta de oportunidades para que los jóvenes puedan incorporarse a la docencia y a la investigación. Esto ha ocasionado que de los 3 mil estudiantes de doctorado que anualmente se gradúan en México, sólo una tercera parte obtenga un empleo; además, el promedio de edad del profesorado a escala nacional es cada vez más alto.

Cada casa de estudios ha generado sus propias estrategias para enfrentar esta situación. En el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a finales de 2012 emprendió el Programa de Renovación de la Planta Académica (Prorepa), basado en dos subprogramas: uno para el retiro voluntario de profesores e investigadores mayores de 70 años y otro para la incorporación de jóvenes (con estudios de maestría o doctorado) a los espacios que desocupan los profesionales que se acojan al retiro voluntario.

Pero este plan ha generado dudas e inconformidades entre el profesorado, inclusive algunos docentes (sobre todo de bachillerato universitario) mantienen un movimiento que demanda su derogación, ya que lo consideran excluyente, discriminatorio y violatorio de la legislación universitaria, porque impone un límite de edad (37 años en el caso de hombres y 39 para mujeres) para ser beneficiario.

Uno de sus argumentos es que sólo por un criterio de edad se deja fuera de la posibilidad de obtener una plaza de carrera (tiempo completo) a la mayoría de los maestros de asignatura (contratados por horas), quienes ya cuentan con varios años de experiencia, han mantenido un compromiso constante con la casa de estudios y han continuado con su formación incorporándose a algún posgrado.

Dante Morán Centeno, titular de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (Dgapa) de la UNAM, rechaza que el Prorepa sea excluyente. Por el contrario, dice, abrir oportunidades a los jóvenes no sólo equilibrará el promedio de edad entre profesores e investigadores en la institución, sino que introduce equidad. Si no se les da la oportunidad de trabajo, no acumulan experiencia.

El promedio general de edad entre los docentes en la casa de estudios es de 53.5 años, pero en el caso particular del bachillerato es de 58.7 y en las escuelas y facultades de 57. De los 37 mil 610 académicos que hay en la institución, 11 mil 889 son de tiempo completo y 25 mil 721 de asignatura.

El funcionario agrega que la iniciativa no atenta contra las normas universitarias, pues se basa en el artículo 51 del Estatuto de Personal Académico (EPA), que asienta que la contratación e ingreso de personal docente se debe seguir mediante el concurso de oposición abierto, salvo en casos excepcionales o para la realización de una obra determinada. En estas segundas opciones se debe establecer cierto periodo, regularmente tres años, para un interinato, y al concluir, la plaza de carrera se tiene que abrir a concurso.

El subprograma de incorporación de jóvenes a la docencia universitaria establece que los beneficiarios tendrán (se repetía incorporarán) una plaza interina por tres años (los criterios de selección los establecerá el Consejo Técnico o el director de cada entidad) y durante este periodo contarán con recursos para hacer investigación, instalarse y hacer una vida académica sana y productiva, sostiene Morán Centeno. Una vez concluido ese trienio, la plaza se concursará y en ese proceso podrá participar cualquier académico o investigador, sin importar su edad.

Sin embargo, Leda Rendón, de 32 años de edad, docente desde hace seis años del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur y quien forma parte del movimiento opositor, considera que existe inequidad, pues los académicos que se beneficien con el Prorepa tendrán ventaja sobre el resto. Además, advierte que en muchas ocasiones los concursos de oposición son poco transparentes y las plazas se asignan a quien tiene relación amistosa con los directivos. Por eso los colegas se preocupan más por el trabajo político que por el académico.

Agrega que el salario promedio de un profesor con 30 horas a la semana, incluyendo diferentes estímulos, es de poco más de 10 mil pesos al mes. Pero sólo los más privilegiados tienen ese tiempo, pues corresponde a lo directivos de cada plantel la gestión de los grupos y el número de horas y en ocasiones, sobre todo a los que protestan, les pueden dar dos horas al día: una en la mañana, a las 7 horas, y otra en la noche, a las 19.

Al respecto, el titular de la Dgapa resalta que se trata de un programa especial, como los ha habido en las dos décadas pasadas, pues la UNAM puso en operación al menos tres programas: uno para incorporar a profesores con posgrado, que ponía límites de edad; otro con el que se becaba a estudiantes para realizar un doctorado en el extranjero y a su regreso crear una plaza en la institución; y finalmente uno dirigido a la contratación exclusiva de mujeres. Al igual que el programa actual, los anteriores tenían como objetivo corregir ciertas tendencias desfavorables.

El funcionario aclara que desde que se puso en operación el Prorepa, en noviembre de 2012, se han abierto más plazas por jubilación o muerte que como parte del retiro voluntario. De acuerdo con las cifras de la dirección a su cargo, de finales de 2012 a la fecha se han realizado 441 concursos de oposición para profesores de carrera, tal como marca el EPA, mientras por el programa de renovación se liberaron 225 plazas en la primera etapa y 136 en la segunda (las cuales todavía están en proceso de retiro), con lo que se suman 361 espacios dirigidos a jóvenes.

Sobre el salario de estos profesores, Morán Centeno plantea que si bien es cierto que son 75 pesos por hora en promedio, los ingresos suben hasta 170 pesos gracias a los estímulos. Asegura que un profesor de asignatura contratado por 30 horas a la semana y con una antigüedad de 20 años gana alrededor de 24 mil pesos al mes.

Humberto Urquiza, de 36 años de edad y quien desde 2005 inició su carrera académica en la Facultad de Filosofía y Letras, considera que el mencionado programa tiene una buena intención, aunque acota que los criterios para seleccionar a quienes ocuparán las plazas interinas no son claros, y se podría pensar que no está dentro del marco normativo de la institución.

Las autoridades deberían explicar por qué este programa no se contrapone al EPA, con ello se eliminaría cualquier suspicacia o duda de que es inequitativo. Para ello recomienda que sean los cuerpos colegiados de cada escuela, y no sólo los directores, los que decidan quiénes serán los beneficiarios.

Un maestro del CCH Naucalpan de 39 años de edad, quien prefiere ser identificado como José N., debido a las represalias que se dan en su plantel, afirma que la mayoría de los docentes están en desacuerdo con este programa, pero muchos prefieren no participar en el movimiento de protesta –como es su caso–, ya sea porque no coinciden con algunas formas o porque temen ser sancionados y que se les reduzca el número de horas. Propone que además de un programa dirigido a jóvenes se generen otros para favorecer a los profesores que ya no tienen la edad para participar en el mismo. Aun con la diferencia de posiciones, los tres docentes consultados consideran que la universidad debe negociar con los inconformes y atender sus demandas.

No obstante, Morán Centeno afirma que a la casa de estudios no le conviene derogar el Prorepa, pues sería rendirnos a las tendencias de envejecimiento que estamos observando.

 


Crisis de las “izquierdas” electorales
 
Joel Ortega Juárez
 
Tras 25 años de la creación del PRD, las “izquierdas” electorales están en crisis. Quizá el mayor problema que tienen frente a sí mismas y ante sus simpatizantes es su propia identidad. Cada vez se lee y escucha más la frase “no existe la izquierda”. Curiosamente esta afirmación la suelen hacer personajes vinculados a los aparatos partidistas, sobre todo los del PRD.
 
Figuras fundamentales de los núcleos dirigentes de ese partido, incluso quienes han sido diputados, senadores, presidentes municipales y hasta gobernadores se lamentan de la pérdida de identidad izquierdista del PRD y sus apéndices. Lo hacen como si fuesen ajenos a esa quiebra.
 
Nadie asume su responsabilidad en el proceso decadente que condujo a perder los rasgos de izquierda a ese partido, a pesar de que logró casi 16 millones de votos y un inmenso porcentaje.
 
Es una de esas paradojas de las que habla Porfirio Muñoz Ledo: justo en el momento de mayor fuerza electoral, las izquierdas electorales están sufriendo una crisis casi terminal.
 
El dato más dramático y contradictorio de esa quiebra es la salida de AMLO del PRD y la promoción de Morena. Independientemente de las simpatías o antipatías que se tengan por López Obrador, su ruptura va a dividir la fuerza electoral de las izquierdas en las elecciones de 2015. Por una parte Morena está obligado legalmente a postular candidatos a escala federal, es decir, va a haber dos candidatos o más de parte de las izquierdas en cada uno de los 300 distritos, lo mismo en las listas por circunscripción para la representación proporcional.
 
A escala local AMLO ha declarado que no hará ninguna alianza con el PRD, eso quiere decir que en Michoacán, por ejemplo, habrá candidatos del PRD y Morena a la gubernatura; lo mismo ocurrirá en cada una de las 16 delegaciones del DF.
 
Salvo que en Michoacán se colapsaran todos los partidos involucrados en su descomposición política, social y moral y surgiera Morena como opción de cambio genuino, beneficiándose de esa decadencia, podría vencer Morena con una candidatura como la de María de la Luz Núñez. Si no es así, la fragmentación puede desembocar una un escenario impredecible.

En el DF, el derrumbe de Mancera debido a su propia ineptitud y a su vocación policiaca para gobernar, y aumentado por el asunto de la Línea 12 del Metro, donde no se sabe quién tiró la primera piedra, puede desembocar en la derrota parcial del PRD en las elecciones de delegados y diputados locales. Un inusitado retorno del PRI en la ciudad emblemática de las izquierdas electorales, tras 21 años de gobiernos perredistas.
 
En medio de todo este escenario catastrófico, el PRD vive una lucha interna furiosa para renovar su dirección nacional. La corriente hegemónica de los chuchos, a la que algunos le confieren un perfil socialdemócrata, sacado quién sabe de dónde, se mantiene aferrada a controlar los aparatos del PRD y se niega a admitir la candidatura de unidad de Cuauhtémoc Cárdenas, reveladora por sí sola de su pobreza de liderazgos, ya no digamos nuevos, sino al menos no ancianos.
 
Lo peor es que la crisis de las “izquierdas” electorales afecta a sus 16 millones de electores y al resto del país.
 
Milenio, sábado 22 de marzo de 2014.                                              joeloj7168@yahoo.com.mx

 
 
 
Vino nuevo en odres viejos
HORAS AHORCADAS

 
NOÉ AGUDO (24/marzo2014)
 
Me gusta esta expresión de Jesucristo recogida por Lucas en su evangelio, porque describe con precisión qué sucede cuando diferentes personas, tal vez con otras intenciones y motivos, llegan a administrar o gobernar, pero lo hacen siguiendo las viejas reglas del sistema y las dejan incólumes.
 
Vimos qué sucedió con los dos gobiernos panistas, que no sólo dejaron intocable el sistema priista de gobierno y dominación, sino que respetaron sus reglas e incluso se valieron de ellas y las adaptaron y adoptaron para sus mezquinos propósitos: retrasaron el desarrollo democrático del país, pervirtieron la alternancia, propiciaron el regreso del PRI a la presidencia y encima quedaron como unos torpes párvulos en el arte de gobernar.
 
Si bien es exiguo el tiempo para advertir cambios que promuevan la recuperación y el saneamiento del Colegio, lo que sí podemos advertir es que las reglas del juego siguen siendo las mismas: todos en el plantel Vallejo saben ya quién será el nuevo director e incluso el nombre de su secretario general. Muchos han comprendido la verdadera intención que hay detrás de esa estampida de candidatos, compuesta sobre todo por una anémica, flaca y escabiosa caballada. Porque, ¿cuántos de esa casi veintena tienen un verdadero proyecto para elevar la calidad de la enseñanza en el plantel, acabar con el nepotismo y el compadrazgo, terminar con la corrupción, recuperar la convivencia armónica de su comunidad, ofrecer estabilidad y un trato digno a sus profesores, y en síntesis aplicar la normatividad universitaria?
 
Quien esto firma es parte de un grupo de profesores que se ha propuesto recuperar el CCH original, que alguna vez fue vanguardia en su sistema de enseñanza y aprendizaje, que sirvió de ejemplo a otras escuelas de bachillerato y cuyo modelo educativo se reveló como innovador, pertinente y eficaz para los nuevos tiempos. Este es el propósito que nos impulsó no ahora, sino desde siempre, sobre todo cuando contemplábamos cómo nos conducían al fracaso.
 
Por eso criticamos a esos candidatos de paja que sólo buscan posiciones y se abstienen de explicar qué tipo de Colegio proponen y cómo piensan lograrlo; por eso no creemos en los advenedizos y tampoco en los viejos burócratas que sólo reviven como las cigarras, en los tiempos de cambio, pero nunca se les vio alertar, denunciar y criticar esas prácticas que transformaron las pieles curtidas, resistentes y fuertes en odres podridos, envejecidos y a punto de reventar. 
 

 
 
Amor por la palabra y el pensamiento
 
Manuel Pérez Rocha
 
Aquí he aprendido que puedo hablar y puedo pensar, dijo con mucho entusiasmo María, joven trabajadora de una oficina pública. Por supuesto no se refería a lo aprendido en la oficina, sino al fruto de su trabajo en unos ejercicios sabatinos llamados Prácticas de expresión oral, en los cuales participaba con esmero, prácticas aprovechadas a lo largo de varios años por diversos grupos de jóvenes y adultos.
 
Estos ejercicios no tienen, como pudiera sugerir su nombre, el objetivo central de enseñar a hablar en público o generar sólidas competencias  oratorias (aunque algo se avanza en las cinco breves sesiones que componen esas prácticas); buscan –y logran– generar la placentera y utilísima experiencia de enriquecer el habla y el pensar propios mediante el trabajo y la interacción verbal intencional con otras personas (
el manual para organizarlas y conducirlas).

Entusiasmarse con el enriquecimiento del lenguaje y del pensamiento propio exige, en primer lugar, saber que ello es posible, como lo constató María, y sin duda lo es para todos los seres humanos.

Ese entusiasmo no puede lograrse con la instrucción que al respecto podría dar desde la pizarra un maestro competente (certificado), se hace realidad cuando se experimenta personalmente un progreso de esas capacidades intelectuales como resultado del esfuerzo, y cuando se conocen sus frutos en el pensamiento de otros, ya sea por medio de la buena lectura o del ejemplo vivo que dan el maestro u otras personas en su actuación cotidiana.

En la narración del origen de su vocación por la poesía –forma superior del desarrollo del lenguaje y el pensamiento–, Octavio Paz dice: “Mi amor por la palabra comenzó cuando oí hablar a mi abuelo y cantar a mi madre…”

El desarrollo y enriquecimiento de la expresión oral es una estrategia muy útil para el desarrollo de otras capacidades intelectuales, como la lectura y la escritura, con las cuales hoy se tienen tantas dificultades. La expresión oral es una experiencia cotidiana para todos los seres humanos, es una necesidad natural.

Trabajar en ella no es una imposición arbitraria, como sí pueden parecer la lectura y la escritura, que son una maravillosa tecnología de la palabra, pero a la cuales no se accede de manera fácil y cuyos beneficios no son inmediatamente visibles.

La escritura y la lectura parecen también innecesarias en esta época en que la imagen se impone como vía de comunicación (o manipulación), y el vocabulario dominante se reduce de manera progresiva. La lectura y la escritura, en contra de lo que muchos dicen, rápidamente se vuelven más ajenas a la vida cotidiana de la mayoría, por ello su práctica en la escuela es cada vez más difícil y tiene que forzarse. El desarrollo de la expresión oral, el enriquecimiento del vocabulario y de las formas de expresión y organización de las ideas y las palabras, pueden hacer visibles los valores y la necesidad de la escritura y la lectura.

Esta fue sin duda la experiencia de muchas culturas: la escritura se inventó cuando la expresión oral estaba ya muy avanzada.

Si se acepta que una de las metas de la escuela reformada –desde primero de primaria– debe ser el desarrollo del amor por la palabra y el pensamiento, una actividad valiosa sería explicar a los niños lo que se sabe acerca de la relación que hay entre lenguaje y pensamiento.

No es simple esta relación y varias teorías al respecto son materia de largas discusiones, pero la importante e innegable función de la palabra en algunos fenómenos que forman parte del pensamiento –por ejemplo la percepción y la memoria– puede ser probada sin grandes complicaciones, y comprendida y experimentada por los niños.

La identificación de objetos, formas y colores, y la conser­vación de su imagen en la memoria, se facilitan si tienen un nombre. Sin la palabra, el pensamiento, la memoria, flaquean, incluso en ocasiones resultan imposibles. El poeta ruso Osip Mandelstam lo dijo bellamente: He olvidado la palabra que quería pronunciar y mi pensamiento, incorpóreo, regresa al mundo de las sombras.

Otro ejemplo: la apreciación musical se intensifica cuando se conocen los nombres de los instrumentos, de los ritmos, de las formas. Los niños y los jóvenes pueden experimentar todo esto, reflexionar sobre ello y avanzar en la comprensión del conocido aforismo de Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Así es previsible que se interesen en ampliar su mundo enriqueciendo su lenguaje.

Hermanado con el amor al pensamiento está el amor a su resultado más preciado: el conocimiento, cuya solidez deriva, entre otras cosas, de la clase de pensamiento que lo origina. Se ha hecho popular la expresión pensamiento crítico, sin embargo no siempre se tiene conciencia de que éste supone la aplicación de criterios éticos, sociales y políticos pero también el análisis y la crítica de nuestros conceptos, de nuestro lenguaje.

El pensamiento crítico también implica que el conocimiento se valora, se busca, se ama, no por lo que podemos obtener a cambio de él (dinero, honores, poder, buenas calificaciones), sino por lo que aporta para dar sentido a la vida propia y comunitaria, y para mejorarlas y enriquecerlas.

La experiencia de María puede reproducirse, en la escuela y fuera de ella. No se pretende que sea la panacea, se propone como una ayuda para romper con los atavismos de la escuela tradicional en donde imperan el silencio, la anulación del pensamiento y la imposibilidad del conocimiento sólido y fecundo.

Otra posibilidad magnífica de enamorar a los niños con la palabra es la relatada en estas páginas el pasado lunes por Carlos Ortiz Tejeda: acercarlos a la poesía, por ejemplo con apoyo en el Libro de las adivinanzas, de Monika Beisner y José Emilio Pacheco.

En memoria de Luis Villoro
La Jornada, jueves 20 de marzo de 2014
 

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