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LA PALABRA No.60, mayo de 2014 Publicación periódica de opinión. Responsables: Prof. Jesús Pacheco Martínez y Profra. Irma Clemencia Lara Martínez.
www.lapalabrareflexion.mex.tl http://www.youtube.com/user/Lapalabrareflexion?feature=watch Democracia y Política Jesús Pacheco Martínez
Hay quienes consideran que vivimos una crisis de la democracia en México y en otras latitudes del mundo y que esa crisis se expresa en el desencanto por la democracia. El problema radica desde mi opinión, que no puede haber desencanto o desilusión por algo que no ha existido en la vida cotidiana del país. La democracia sigue siendo un anhelo y una esperanza de millares de mexicanos que tienen conciencia de ese valor y concepto, que pudiese establecerse de manera práctica, en los ámbitos de la vida social y en las relaciones entre los individuos y entre estos y el Estado. Es decir, se ha anhelado y luchado por generar un régimen democrático, no meramente discursivo, sino expresado en las urnas cada vez que haya elecciones, en la sociedad civil, en los sindicatos, en los partidos políticos, en las universidades, escuelas e instituciones educativas.
Lo contrario de la democracia, que insisto es y seguirá siendo un objetivo utópico de la sociedad mexicana y no de una sociedad en abstracto, sino de una sociedad en la concreción, de trabajadores, campesinos, indígenas, intelectuales, profesores, estudiantes, etcétera, que a través de sus movimientos sociales, históricamente han generado un contenido de valores y derechos humanos que le dan vida social al concepto de democracia, independientemente de si esta se gesta en los marcos del capitalismo, o en otro modo de hacer, producir y reproducir la vida, pero que tenga un carácter democrático. Al menos esa es y ha sido la aspiración de las izquierdas más auténticas, expresadas en una política de izquierda. Es lógico pensar que la clase burguesa y más aún los grupos oligárquicos dominantes, se oponen a toda forma de democracia, que no sea la del discurso abstracto, porque hasta la que está escrita en la constitución y las leyes, la han ido eliminando para dejarle bien claro a la sociedad y a las clases y grupos sociales subalternos, que en México sólo hay un camino que es el de la antidemocracia y un solo régimen: el régimen neoliberal del capitalismo depredador, donde todo se privatiza y que el Estado de bienestar social es una cosa del pasado que ya no puede restablecerse. Todos esos elementos se manifiestan en una política de las derechas, desde la más moderada, hasta las tendencias ultraconservadoras. Por ello se tiene que identificar muy bien qué es una política de izquierda y qué es una política de derecha y al mismo tiempo saber distinguir de qué democracia me están hablando y qué es lo esencial del concepto democracia. La política en su forma vulgar y pervertida resulta detestable. Sin embargo, la política forma parte de la naturaleza social del hombre. Aristóteles caracteriza muy bien al hombre, al definirlo como un animal político. La política es la actividad social del hombre presente en toda sociedad. Mediante ella, el hombre organiza su vida social cotidiana, crea instituciones sociales y particularmente al Estado, así como las leyes y normas que ordenan la coexistencia en un régimen determinado. La política ha estado vinculada a la lucha de clases y a la acción de las mismas, ya sea para mantener un régimen social, reformarlo o revolucionarlo. En ese sentido, la política tendrá un sello de izquierda o de derecha y los individuos y las clases sociales se nuclearán en una u otra posición. Adolfo Sánchez Vázquez ha hecho una aportación fundamental a la distinción entre la izquierda y la derecha en la política y la ha extendido a otras áreas de la vida social. En su obra IZQUIERDA Y DERECHA EN POLÍTICA:
¿Y EN LA MORAL? * * Texto de la conferencia pronunciada en el Simposio Internacional «Filosofía y Educación» organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México en homenaje a Fernando Salmerón, el 17 de noviembre de 1995.
leemos lo siguiente:
“El criterio de distinción política ha de ser, pues, abierto y plural, y su amplitud así como la prioridad de unos referentes sobre otros, dependerá de las condiciones sociales en un momento y lugar dados, condiciones que varían históricamente. Ciertamente, el gozne en torno al cual giran esos criterios particulares son la igualdad y la libertad, junto con el modo de imbricarse una y otra en sus realizaciones concretas.
Con respecto a estos dos criterios básicos, la derecha ha tendido históricamente a limitar el área de las libertades reales para la mayoría de la población y a frenar los avances en la igualdad social, reclamados por las clases más desprotegidas. La izquierda, por el contrario, ha tendido —en mayor o menor medida de acuerdo con la franja de que se trate— a superar esos límites y frenos, y a ampliar la esfera de las libertades reales y de la igualdad social. Ser de izquierda —o, más exactamente, estar a la izquierda— sigue significando hoy asumir con un contenido concreto, efectivo, ciertos valores universales: dignidad humana, igualdad, libertad, democracia, solidaridad y derechos humanos, cuya negación, proclamación retórica o angostamiento han sido siempre propios de la práctica política de la derecha”. La política necesariamente está vinculada a la moral. Tan negativa es la política sin moral, como la moral sin política, que en la práctica social luego se pretende escindir, como si la política estuviese restringida a los actos públicos y la moral a los actos privados del individuo. La actividad política en toda situación determinada requiere de una justa adecuación entre los medios y los fines y que estos sean éticamente morales, legales o legítimos. (Algunos conceptos aquí vertidos los podemos leer en la ponencia: Valores éticos necesarios en una República Democrática y Amorosa por Jesús Pacheco Martínez morozco2012 ) El texto de Adolfo Sánchez Vázquez se puede leer completo siguiendo el vínculo señalado, así como otras obras de ésta Biblioteca. Carta del Profesor Ignacio Hernández Saldívar Solicito que esta carta sea publicada en el mismo espacio y con las características en que se publicó una referencia a mi persona de acuerdo al derecho de réplica al que todos tenemos derecho. Lamentablemente tengo que dejar un espacio de la revisión de ensayos y calificación de exámenes para contestar unas afirmaciones que se hicieron en un espacio privilegiado de Palabras al viento N°56. En dicha nota se hacen afirmaciones que son una clara mentira. No hubo ninguna asamblea en donde se hayan pisoteado derechos de un profesor ni en la Academia de Historia y me atrevo a decir, que ni en ninguna otra. Los hechos son estos: las elecciones para coordinadores se llevaron a cabo en el año 2001. Participamos dos profesores para sendos turnos. Me inscribí para participar en la contienda y obtuve un triunfo abrumador. El otro coordinador triunfador del turno vespertino recibió su nombramiento en su momento de manera oportuna y sin problemas. No así el que suscribe la presente, no obstante que cubría todos los requisitos. Mucho antes de que se iniciara el semestre me presenté a la dirección del plantel a preguntar cuándo firmaba mi nombramiento. Y mi desagradable sorpresa fue que nadie “sabía nada”, ni la dirección, ni la secretaría general ni la académica. El tiempo transcurrió y mientras que el coordinador del vespertino tomó posesión de la coordinación, me tuve que presentar a solicitar grupos en boletín. Muchos profesores del Área de Historia me preguntaban acerca de lo que había ocurrido y por qué no estaba ocupando el cargo al que me habían elegido. Es decir nadie estaba enterado de esa peculiar situación. Asumí la Coordinación con un semestre desfasado cumpliendo con mis responsabilidades y una vez agotado el período, se convocaron a elecciones a fin de que los nuevos coordinadores iniciaran su gestión. Como resultado de aquella anomalía, me faltaron algunos meses de mi período como coordinador, lo cual asumí respetuosamente para ya no heredarle problemas al nuevo profesor que me sustituiría. De mi parte no hubo mezquindad. El problema es el siguiente: nunca hubo una asamblea para acordar que la coordinadora que me antecedió tomara meses para su jubilación. En el supuesto que se hubiera tomado algún acuerdo en una ficticia asamblea, por supuesto que todos se hubieran opuesto a tal situación porque entonces ¿para qué se hacían elecciones? Mejor se hubieran hecho cuando se cumpliera el pre jubilatorio y más aún, pregunto al autor de Palabras al v. que me menciona: ¿por qué no se me avisó esa circunstancia sabiendo que yo era el más afectado? Por otro lado, hasta ahora, 13 años después, y de información obtenida (por protagonistas directos), me entero que esos meses perdidos fueron del pre jubilatorio de aquella profesora. En ese momento 2001 nunca me percaté que más bien se había llegado un acuerdo con Rodolfo Moreno (quien me rechazó en dos ocasiones para asistir al PAAS) ni tampoco lo que significaba un pre jubilatorio y sus condiciones. (¿Alguien que lee estas líneas puede explicar cómo funciona un pre jubilatorio?) Y que quede claro que no culpo a la profesora Medinilla que hizo uso de un derecho laboral. El ánimo del presente escrito es que no se repitan injusticias a profesores que no participan en grupos o conciliábulos y se respeten los derechos de todos y todas. Que la Academia de Historia retome su noción de unidad y diálogo que siempre le ha caracterizado. Llamo abiertamente al profesor Pacheco a dialogar para aclarar esta parte de la micro historia de la Coordinación. Atentamente Ignacio Hernández Saldívar Ingravity-Magú, La Jornada martes 29 de abril de 2014
Respuesta a la carta del Profesor Ignacio Hernández Saldívar Lamentamos que el Profesor Hernández Saldívar, haya tenido que dejar “un espacio de la revisión de ensayos y calificación de exámenes”, para “contestar unas afirmaciones que se hicieron” no en Palabras al viento (esa publicación concluyó en abril de 2012), sino en La Palabra No 56 del mes de abril del año en curso. Dice el profesor Hernández Saldívar: “No hubo ninguna asamblea en donde se hayan pisoteado derechos de un profesor”, cuestión que no tiene ninguna relación con los contenidos de lo publicado en La Palabra citada. Solicité a la maestra Laura Medinilla Vázquez, hiciera algunas aclaraciones de los hechos en el año 2000: “Quiero señalar que el tiempo que estuve en la universidad fue honorable, legal, legítimo y con una actitud democrática. En 1997, fui electa como Coordinadora o Jefe de Área, por dos años, por lo que mi período concluyó a finales de 1999, cuando aún no terminaba la huelga del CGH. La huelga termina en febrero del año 2000, mediante la represión policíaca y nos reincorporamos al trabajo. Durante el mes de marzo los dos coordinadores convocamos a una asamblea para plantear el término del periodo del coordinador del turno matutino y la convocatoria a elecciones, para elegir a un coordinador y como resultado de ese proceso, fue electo el profesor Ignacio Hernández Saldívar. Paralelamente, mi estado de salud iba empeorando y tomé la decisión de gestionar en el ISSSTE, la incapacidad médica correspondiente, por lo que se convocó a asambleas de los dos turnos, expliqué mi situación personal y solicité la posibilidad de que se me permitiera realizar los trámites con el nombramiento de jefe de área, cuestión que generosamente los profesores y profesoras estuvieron de acuerdo. Este proceso de la incapacidad permanente, sólo duró de abril a junio. Mi primer pago en el ISSTTE fue en julio de 2000. El Prof. Ignacio Hernández Saldívar menciona en su escrito, que participó en un proceso electoral en el año 2001, desconozco a que proceso se refiera, pues para ese entonces yo tenía desde junio del 2000 fuera del plantel. Afirma que él no pudo tomar posesión de su cargo y que el coordinador vespertino sí asumió su función. Aclaro que eso no era posible, pues al coordinador vespertino –hablo del año 2000- le faltaba un año para terminar su período. Yo no hice uso de un prejubilatorio, en mi caso aclaro, que mi separación de la UNAM fue por incapacidad definitiva otorgada por el ISSSTE y no tenía por qué solicitar esa licencia multicitada”. El más informado de estos hechos lo fue el Prof. Hernández Saldívar, pues él mismo le hizo el reclamo a la maestra Laura, como al director en turno Rodolfo Moreno. Sorprende su afirmación de que “…hasta ahora, 13 años después…me entero que esos meses perdidos fueron del pre jubilatorio de aquella (sic) profesora”. Y lo inverosímil del escrito, es que con la experiencia y preparación que tiene el Profesor Hernández Saldívar, se pregunte el significado de “un pre jubilatorio y sus condiciones”. Dice: “(¿Alguien que lee estas líneas puede explicar cómo funciona un pre jubilatorio?)”. Le sugerimos al Prof. Hernández Saldívar se dé una vuelta por la Ley del ISSSTE o lo consulte en el Departamento de Personal del CCH Sur. Prof. Jesús Pacheco Martínez y Profesora Laura Medinilla Vázquez. Desencanto con la democracia
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